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Monsieur Privé en el Unexpected Red Social Club de Campari celebrado en Barcelona (2018 Edition)

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Caminando por el céntrico Barrio Gótico de Barcelona, nos dirigimos a una de las fortalezas barrocas más legendarias de la zona, nos referimos al que en su día fuese el antiguo Palacio Gomis, una construcción del siglo XVIII, propiedad de una de las mas acaudaladas familias de la ciudad que a día de hoy rememora el esplendor de tiempos pretéritos, celebrando en sus salas, algunas de las más exclusivas celebraciones de la capital. 

De la mano de la prestigiosa destilería italiana Campari nos adentramos en primera persona en un fascinante viaje a través de los sentidos, donde nada es lo que parece.  Al traspasar el umbral que separa lo excepcional de lo cotidiano, avistamos un letrero que nos indica que tan sólo nos encontramos a 24 pasos de nuestro destino, el Unexpected Red Social Club de Campari, un punto de encuentro que a partes iguales, aúna tradición y vanguardia al servicio de la más pura y genuina acepción del hedonismo. 


Un original photocall, en el que poder saborear cualquiera de los cuatro cócteles elaborados con Campari, se encarga de darnos la bienvenida a un fascinante universo donde todo tiene un porqué y en el que nada es lo que parece. Por lo que pudiese pasar, se instaló un fotomatón con el que perpetuar en el recuerdo nuestra visita. 

Una cuidada ambientación con mobiliario formado por iconos del diseño contemporáneo made in italy, actúa a modo de ante sala, antes de convertirme en elprotagonista de una fiesta, bajo la atenta mirada de retratos vivientes de célebres personalidades de la talla de Maria Luisa de Parma, también conocida como "La Reina infiel".
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Tras disfrutar de la velada al ritmo de un piano bar en directo, pudimos saborear todos y cada uno de los cócteles servidos bajo un marco de lujo y excepción inigualable, el gran salón de baile, antes de dar paso a la cena, un extraordinario ágape culinario creado en el exclusiva por nuestro amigo el célebre chef, director y copropietario del Restaurante SpoonikJaime Lieberman

La cena fue servida en la planta noble del inmueble, la que en su día albergase las estancias privadas de los señores, un área restringida, a la que no todo el mundo tenía acceso. Allí nos aguardaba a nuestra espera una elegante mesa de doce comensales, custodiada ante la atenta mirada de un cuarteto de cuerda que nos amenizó la noche actuando en directo.
Al leer la minutta nuestras papilas gustativas palpitaron extasiadas, ante el extraordinario festín que se presentaba ante ellas, no tan sólo por el virtuosismo de cada uno de los platos, sino también por los matices extra que aportaban cada uno de los combinados, elaborados por las manos expertas de Giacomo Giannotti que maridaban cada uno de ellos.

Sin más preámbulo, comenzamos in crescendo con un Campari Tonic acompañando una ensalada de mar con brotes y flores, seguida de un ceviche andino de trucha. La composición armónica de ambos platos, tanto en cromatismo como en textura, convive sin jerarquías, potenciando cada uno de sus sabores de la mano del genuino toque de Campari.
Como plato principal disfrutamos de un delicioso encocado de cigala regado con un original Sottobosco Boulevardier de sofisticada presentación, servido en una copa en forma de seta que a título personal quise contrastar con uno de los aperitivos, una ración de emulsión de ajo negro con sésamo.

El broche de oro, nunca mejor dicho, lo puso una esponjosa babá al ron con finas láminas de pan de oro, espuma de rosa roja y flores de pensamiento acompañados por un Unexpected Campari Shot de Negroni servido en un cubo de hielo. 

Desde Monsieur Privé queremos dar las gracias por la invitación y felicitar a todo el equipo de Campari por el éxito y originalidad de esta acción, en especial a Núria Escoda, a Carla Llado y a Cristina Andreu .
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Restaurante Spoonik Club Barcelona
El refranero popular de nuestra cultura recoge un sinfín de aforismos y frases hechas de fácil comprensión que a lo largo de los siglos, generación tras generación, nos han ayudado a entender, un poco mejor, como funciona el mundo. De todas ellas, hoy haremos nuestra la que dice "quien tiene un amigo, tiene un tesoro" y bien cierto es, más cuando estos amigos son unos laureados y reconocidos chefs de prestigio y su casa un restaurante concebido a modo de laboratorio experimental de nuevas sensaciones.

Siempre me he considerado una de esas personas a las que se les conquista por el estómago y la suma de un cúmulo de pequeños detalles. Para mi el hecho de que alguien me abra las puertas de su casa, significa algo más que ir de visita, pone en evidencia que formas parte de su vida y que en mayor o menor grado también ocupas un espacio en su corazón. Podría, muy gustosamente, deleitaros vanagloriando y ensalzando la figura publica de mis queridos John Giraldo y Jaime Liberman pero hoy dado que ceno en su casa, prefiero mostrar su otra cara, la más intimista, la más próxima, en definitiva la más cercana. Pese a que hace relativamente poco que nos conocemos, siempre hemos hablado el mismo idioma y nuestro respeto y admiración mutuos se han traducido siempre a modo de un impecable trabajo.

Citados en el palacete modernista que poseen en el exclusivo barrio de Lesseps, Esteban Galánsommelier del Spoonik Club nos abre la puerta recibiéndonos con una copa de Dom Pérignom con la que hacer más llevadero el invernal frío que con su manto cubre todo de blanco al caer la noche. A medida que avanzamos por el jardín, regresamos al esplendor y la gloria de una época pretérita donde la educación, la clase y el buen gusto lo era todo. De su frondosa vegetación sorprende la variedad de especies de la misma y como cada una de ellas, en armonía, enmarcan un precioso patio típico catalán recién restaurado. Como si del jardín de una casita de muñecas se tratase, la fachada se alza a modo de umbral hacía lo desconocido. Al abrirse la puerta, una intensa luz purpura resplandece desde el interior, mientras la dulce voz de una soprano nos atrapa cual canto sirena, hasta tomar asiento al ritmo de Puccini.  

Del interiorismo me llama soberanamente la atención como conviven elementos modernos como la estantería de hierro colado que invade discretamente el salón o esculturas de Jaime Hayón para Lladró con paredes adamascadas en terciopelo rojo, mobiliario Louis XIV y un impresionante espejo veneciano con marco de pan de oro que corona la chimenea neoclásica que preside la sala. Un piano de pared, piezas icónicas del diseño contemporáneo y una cuidada biblioteca se encargan de hacer el resto haciéndote sentir como en casa.  
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Una vez sentados en la mesa la magia da comienzo con una empanada de ajiaco con crema de aguacate y alcaparras fritas, pura poesía visual para el alma en cuanto a contrastes cromáticos se refiere y un remanso de paz para nuestro paladar.

El ceviche andino de trucha, huevas de tobiko y huacatay nos cautiva por su frescura y colorido a partes iguales. Una pequeña expedición rumbo hacía la cara más oculta y escondida de Los Andes que a modo de ante sala, invitan a continuar por este periplo de texturas y sabores dando paso al taco de frijol frito con salsa de cacahuete, chile pasilla y tomate seco cuyo intenso sabor es capaz de saciar la más temible de las gulas.
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Si el primer bloque nos impactó por su variado colorido, el segundo seduce por su hegemonía cromática.

El cochinillo a baja temperatura con cayene y mostaza casera de Gewurztraminer alcanza con nota al más intenso de los placeres. Su capa crujiente protege con recelo una melosa carne acompañada de una suave mostaza que a modo de sábana, la cubre protegiéndola con esmero.

Servido en una vaina de cacao de cerámica, el royal de cochinillo ibérico con ortiguillas, mayonesa de achiote y mojo de cilantro representa a un pequeño mundo, virgen e inexplorado.

Pese a no ser muy de pescado, debo de añadir que me encantó el rodaballo relleno de papaya y coquitos de Brasil, salsa de guayaba y piñones que nos sirvieron acompañado de una vanguardista y reinventada causa lila de papa lisa con caviar de Beluga y doble crema.
Nuestro punto y final lo ponemos a modo de broche de oro con un tamal de chocolate relleno con texturas de cacao servido envuelto en una hoja de maíz y posteriormente bañado en cacao puro caliente. Un dúo de chocolates que interaccionan con cierto con las demás texturas presentadas.

Los petit fours artesanales son pura laboriosidad en miniatura, tan bonitos y tan delicados que hasta dan pena comerlos, después de probarlos no puedes evitar comerte uno de los que pertenecen a los comensales de al lado.

Agasajado hasta el límite más extremo de la acepción que nos permite el uso de esta palabra nos despedimos, no sin antes ojear detenidamente uno de los libros de su biblioteca que más llama mi atención, uno dedicado por Karl Lagerfeld a Anna Piaggi donde arte e innovación van de la mano a la hora de desarrollar las claves de un estilo único e imperecedero, adjetivos fácilmente extrapolables a la cocina de estos dos grandes genios de la cocina contemporánea.

Muchas felicidades y nuestra más cordial enhorabuena. Parafraseando a Dorothy Gale en una de las escenas del Mago de Oz y adaptándolas a este contexto: "Se está mejor en vuestra casa que en ningún sitio".   
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Monsieur Privé en la experiencia gastronómica Spoonik de Barcelona (Calle Bertran, 28 - Putxet)

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Uno de esos días en los que buscamos una evasión total de la realidad que nos envuelve, no hay nada mejor que recurrir a los amigos para adentrarse juntos en una completa e inusual aventura sensorial, jamás vivida hasta el momento, como solución a una tesitura semi-circunstancial, aún indefinida pero de fácil solución con la que contribuir al libro de vuestra amistad, escribiendo nuevas páginas que leer y rememorar juntos a lo largo de vuestra vida.  

Tras tomar en firme la determinación fue dicho y hecho, junto a mis grandes amigas las periodistas Montse Carreño y Roser Amills cual Dorothy Gale siguiendo su particular camino de baldosas amarillas junto al León, el Espantapajaros y el Hombre de Hojalata, pusimos rumbo hacía a la zona alta de Barcelona, al exclusivo barrio de El Putxet donde hace poco más de un año, los emprendedores Jon Giraldo y Jaime Lieberman hicieron realidad un sueño, abrir su propio restaurante. Dos personalidades tan yuxtapuestas pero a la vez complementarias que tras haber encumbrado juntos la cima del éxito en otros ámbitos y disciplinas, quisieron ir más allá rompiendo toda norma imperante hasta el momento, ofreciendo una oferta gastronómica única en la ciudad, a modo de respuesta a la ferviente demanda por parte de un comensal local sumido en la más profunda de las monotonías y el turista de calidad que recorre el mundo entero en búsqueda de vivir y experimentar nuevas e insólitas sensaciones.
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Sin más preámbulos y con estricta puntualidad inglesa, la puerta se abre a las 21:30 horas. Tras la bienvenida nos ofrecen una copa de cava que marida simétricamente con un refrescante pincho de melón infusionado en café con forma de media luna tallada a mano. De esta forma nuestro paladar se prepara y adapta para vivir una experiencia gastronómica  única y sin precedente mientras al ritmo de Pink Floyd y Shigeru Umebayashi nos sumergimos de pleno dentro de un nuevo mundo de sensaciones. 

A diferencia de otros restaurantes, Spoonik abre su cocina de par en par a todos sus comensales, convirtiendo este vetado espacio para muchos, en uno de los escenarios principales de esta ópera gastronómica. Tras saludar al equipo, comienza a sonar una melodía que embriaga a nuestros sentidos con un snack de pizza efímera. Nunca cuatro centímetros cuadrados habían dado tanto de si. Siguiendo las instrucción del chef Jaime Lieberman, lo introducimos en el paladar de un sólo bocado y dejamos que sus aromas y matices eclosionen en nuestras papilas gustativas como si de un estallido de sabor se tratase y que a medida que evoluciona se desprende de todos y cada uno de los ingredientes principales que componen una pizza tradicional al uso. Al terminar se tiene la sensación de haberse comido toda una porción.
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Teniendo en cuenta que Spoonik es un lugar donde todo es posible y nada es lo que parece seguimos nuestro periplo con una arepita de choclo, queso Stilton afinado y miel

Esta plato se divide en dos tiempos y sorprende por su cuidada presentación. Creyendo a priori que la espuma se diluiría bocado a bocado, vemos como explota nada más entrar en contacto con nuestro paladar como una burbuja de jabón, al ser tocada con los dedos. De repente un intenso sabor a miel se apodera de nuestro paladar del mismo modo que si nos hubiésemos llevado a la boca una cucharaditaa de miel de abeja reina. En el segundo tiempo el suave sabor de la arepita de choclo ayuda a limpiar el paladar produciendo un contraste dulce-salado muy inteligente, siguiendo la tradición de esta ancestral cultura que siempre acompaña lo salado con un poco de dulce a la hora de comer.

De repente entra en escena la figura de la reconocida artista surrealista Magalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Una oda al buen gusto y la tradición donde se combina en armonía una sinfonía de sabores presentados a modo de panucho con confit de pato al Pibil, cebolla nispek, frijoles negros y aguacate. Un trompe l'oleil que en toda regla, siguiendo los principios del surrealismo, engaña nuestro sentido de la vista haciéndonos creer que en la cantidad reside el secreto de la saciedad, algo completamente falso. Rara vez en tan poco cantidad se habían concentrado al mismo tiempo tantos ingredientes saciantes. Su relleno de frijol negro destaca por su textura aterciopelada y su intenso sabor.
En cuanto a maridaje se refiere se ofertan tres opciones en función de los gustos personales, carácter y preferencias de cada comensal. 

En homenaje a la tierra catalana se ha creado la selección "Catalanes" compuesta por una completa muestra de vinos made in Catalunya procedentes de las cuatro comarcas. 

Para aquellos a los que les gusta innovar se ha ideado la selección "Singulares" un conjunto procedente de los cuatro puntos cardinales, procedentes de destinos tan exóticos como el Wairau Vallei o la región de Yamaguchi pasando por Asturias o Formentera

Los amantes de lo premium y los paladares gourmet más elitistas pueden optar a la opción de las "Leyendas" la crème de la crème de cada bodega de prestigio internacional cuyo broche de oro es puesto por un Dom Pérignom Vintage del 2006. Sin duda alguna todo un inteligente ejercicio de clase y estilo por parte del sommelier Unai Mata, una persona que cautiva y enamora a partes iguales por la pasión y el respecto que muestra en todo momento por su trabajo.

Como aperitivo es presentada una Oda al maíz compuesta por una crema de maíz con helado de maíz, polvo de palomitas, maíz en texturas, espuma de hierbas con lima, pesto, piñones, queso y panela regado por una sopa caliente de maíz. Su equilibrada composición visual sucumbe a un inusual juego de texturas producido por el contraste de la diferencia de temperaturas a la que se encuentra cada ingrediente. Para optimizar al máximo la sensación el secreto reside en llevarse a la boca una cucharada de helado con crema caliente, sin duda una sensación nada convencional a la que nuestro paladar, en la mayoría de casos, no está acostumbrado, haciéndonos dudar de la homogeneidad global de la textura del conjunto. 
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El semiesférico eléctrico de leche de tigre también se come en dos tiempos, primero ingiriendo una flor eléctrica que neutraliza nuestro paladar con el fin de suavizar la fuerza de la segunda parte y después reventando entre el paladar y la lengua la esferificación de leche de tigre

Llegado el Tiempo de Ceviches, un plato compuesto por una selección de ceviches que debe consumirse en el sentido de las agujas del reloj dando comienzo por la navaja a la vainilla, seguido de la ostra Nikkei con salsa criolla, el paladar del Chef Jaime (Una replica en porcelana a escala natural del paladar del chef compuesto por erizo de mar y una crema de ají) y por último un tártar de remolacha. "Del Paladar del Chef" me emociona el gesto de poder estar tan cerca y a la vez tan lejos de alguien a quien admiras por la pasión que pone en lo que hace y el cariño y esmero que invierte a la hora de darte lo mejor de si con el fin de hacerte vivir una experiencia inolvidable. 
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Entre risas y confidencias durante el transcurso de una velada que jamás olvidaremos ninguno de los allí presentes, Jaime Lieberman nos confiesa ser una de esas personas que cuando decide comer carne tan sólo lo hace si es de las mejores y añade que en su restaurante nunca ofrecería nada que el no quisiera comer en un momento dado de su vida, prueba de ello es su (Abajo) vaca vieja confitada con puré de boniato, crema de guacahumo, crumble de triguisar y tartar de huitlacoche cocinada a baja temperatura durante 48 horas. Su melosidad hace que se funda en el paladar y bocado a bocado su sabor se intensifique. Respecto al pescado (En el centro) el salmonete frito por baño con crema de chontaduro, crujiente de moringa, yogurt a la naranja y vainilla Tobiko sorprende por el contraste de sus texturas y su poética puesta en escena. 
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Haciendo un alto en el camino de estas 16 estaciones de parada obligada, se apagan las luces y las mesas cobran vida propia mediante proyecciones en directo que reflejan aspectos de la cultura precolombina adaptados a través del filtro creativo de Spoonik a modo de preludio de la llegada del chef Jaime Lieberman, quien con maestría y estilo prepara en directo un suave y delicioso Cocoloco Ice Cream, un helado de coco congelado con nitrógeno líquido. 

El mole blanco con frutos de hueso, espuma de melocotón y helado de queso fresco llama la atención por la explosión de sabor de cada uno de sus ingredientes por separado, desde la más sutil de las suavidades hasta llegar al picante más extremo pasando por la melosidad que otorga a modo de tregua entre un extremo y otro, una dulce compota de pera. 

El broche de oro es puesto por un postre concebido a modo de escultura cuya plástica y forma recuerda a la de los antiguos dioses mayas y aztecas, representados a modo de 7 texturas de yogur natural compuesta por un bizcocho de yogur con peta-zeta de yogur, helado de yogur, crujiente de yogur y espuma de yogur.

Tras felicitar a todo el equipo y dar nuestra más cordial enhorabuena, los allí presentes quisimos dar a título personal las gracias por la excelencia del trato recibido y al mismo tiempo felicitarles por haber logrado llegar a una exitosa fórmula propia que les ha llevado a convertirse en tan poco tiempo en todo un referente.
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