Monsieur Privé en la nueva Chocolatería de Oriol Balaguer en Barcelona (Carrer de la Fusina, 4)

Dentro de la amplia oferta gastronómica de Barcelona, Oriol Balaguer es uno de los pocos nombres propios que ha sabido siempre mantenerse fiel a su adn creativo sin perder ni un ápice de su esencia. Alta repostería sin pretensiones, cocina sencilla pero con fundamento, lejos del efectismo que habitualmente acompaña a esta fórmula de negocio. Nos encontramos ante una autoridad con unas señas identidad propias que opuesta por la autenticidad, prescindiendo de artificios de todo tipo. Para él, el verdadero protagonista no es otro que su producto y este se debe en el más absoluto de los respetos al cliente.
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Su mente es un productivo laboratorio de ideas en constante evolución, pese a que por su aspecto tranquilo pueda dar la sensación de todo lo contrario, su creatividad no tiene limites. Aprovechando la presentación de su nuevo libro “Bake it Simple” el maestro pastelero congregó a lo más granado de la prensa gastronómica local para dar a conocer la noticia coincidiendo con la presentación de su nueva carta de verano. 

Citados en su nuevo espacio de la calle Fusina del barrio del Borne, nos adentramos en una cálida atmósfera firmada por el célebre arquitecto Lázaro Rosa-Violán. Tras la ovación de rigor que conlleva descubrir en primera persona una obra de este genio contemporáneo, tomamos asiento admirando un entorno que refuerza y exalta a la artesanía en todas las acepciones de la palabra.
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A lo largo del día son muchas las excusas que uno puede buscar para perderse tras los mostradores. En un horario de apertura al público que va de las nueve de la mañana a las nueve de la noche, todo aquel quiera podrá perderse en los salones de uno de los templos del chocolate por antonomasia de la Ciudad Condal que ahora, a parte de su ya icónica repostería, añade un completo y variado surtido de salados con los que cuadrar el círculo.

Desde planchaditos a la mallorquina, hasta llegar a los gofres de salmón pasando por las crêpes de jamón y queso sin olvidar su mítica coca de pan, un must have imprescindible para todos aquellos que saben disfrutar de la buena mesa.

“La gente nos lo pidió, por eso lo hemos hecho. Queremos que sepan que pueden venir a disfrutar de nuestro producto a cualquier hora del día, ya sea para maridar unos bombones con un buen champagne, para hacer el brunch o simplemente darse un capricho. Nuestra ilusión era que nuestro cliente tuviese un espacio donde nos permitiese emocionarlo durante su visita”.

Abusando de la confianza, probé su suave y ligero chocolate frío, su horchata artesanal y sus zumos naturales. Sin palabras, tras saciar la más temible de las gulas uno es incapaz de irse diciendo adiós, al menos de palabra. Sin duda este nuevo punto de peregrinaje obligado será uno de mis recomendaciones desde ahora. Aunque la tan temida “operación bikini” se encuentre a la vuelta de la esquina y nos pise los talones, cuando os emborrachéis no olvidéis  nunca hacerlo siempre con un buen vino.